01 agosto de 2022
Uno de los dolores más habituales que padecemos a lo largo de nuestra vida es el dolor de espalda. A veces son pequeños dolores molestos y otra veces se convierten en verdaderos fastidios que nos inhabilitan en nuestro día a día.
Los dolores de espalda se pueden dividir en tres tipos: dolor lumbar, dolor dorsal y dolor cervical. Los más habituales son el lumbar y el cervical.
Es cierto que en muchas ocasiones estos dolores pueden venir de malas posturas o como consecuencia de realizar un trabajo determinado en el que tenemos que forzar la espalda.
Según mi observación a lo largo de los 18 años que llevo ejerciendo la profesión de quiromasajista, me atrevería a decir que la gran mayoría de esos dolores se deben a una cuestión emocional.
Los estudios en psicosomática nos revelan que en la espalda se representa lo más inconsciente de nuestro cerebro. El eje vertebral es el eje de mi yo como individuo.
A groso modo podemos decir que la zona lumbar representa la tensión que tenemos en nuestro día a día con otras personas. Por ejemplo: problemas de pareja nos daría dolores en esta zona.
La zona dorsal es el punto donde todo se apoya: el trabajo, la familia, la pareja… Por ejemplo: un exceso de responsabilidad en el trabajo nos daría dolor en esta zona.
La zona cervical refleja tensiones y problemas de comunicación con los otros. Por ejemplo: querer decirle algo a alguien pero no atreverse por miedo a las consecuencias nos daría dolor en esta zona.
El dolor en cualquiera de estas partes puede estar indicándonos que tenemos que resolver algo en nuestras vidas.