JURAMENTO HIPOCRÁTICO

18 septiembre 2019

¿Habéis oído hablar del «efecto diván»? ¿Sabíais que cuando una persona se despoja de su ropa y se tumba en la camilla se produce esa necesidad de «desnudar el alma»?

Pues eso es precisamente lo que sucede muchas veces en el interior de la cabina de masaje. Mis clientas se sienten cómodas, atendidas, mimadas, cuidadas y muchas de ellas hablan de sus problemas, preocupaciones y sentimientos.

No le ocurre a todo el mundo. Hay personas que cierran los ojos, se relajan y hasta se duermen (eso es lo que me pasa a mí cuando recibo un masaje) pero otras tienen la necesidad de hablar y de ser escuchadas.

Por eso mi responsabilidad como profesional no sólo es aliviar los dolores del cuerpo si no también respetar la privacidad de mis clientas manteniendo discreción.

Ya lo decía Hipócrates, médico de la antigua Grecia y considerado el padre de la medicina:

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